Confieso que la primera vez que escuché al departamento de mercadeo hablar de hacer un concurso de blogs, no me entuciasmé mucho a pesar de ser bloguera, quizás, porque nunca en mi vida he sido muy dada a participar en competencias.
Cómo siempre quise la oportunidad de que alguna mecánica ayudara a incrementar las visitas del sitio web institucional, pues entendí que esta sería la oportunidad.
Quienes trabajamos en esta iniciativa no teníamos muchas pretensiones; sería algo sencillo, en el marco de la Feria del Libro, con unas bases simples, un proceso prácticamente manual y lo más transparente posible.
El jurado: María Soldevila, Mitsuteru Nishio, Magaly Pineda, José Rafael Sosa y una servidora.
Se llegaron a inscribir más de 200 blogs. Cómo el tema era “Mi país, mi comunidad” ciertamente cerraba un poco el margen de concursantes.
Me da pena admitir que sentí en una gran cantidad de blogs la baja educación que hay en RD. Si bien es cierto que tenemos en la red muchos blogs muy buenos, también es muy penoso que cientos de blogs tengan un nivel ortográfico y de redacción tan terrible que nos dé vergüenza ajena. Esto a mi me partió el alma, chocarme con esta realidad de frente. Pero en fin, espero que para la próxima entrega podamos poner en marcha una serie de proyectos que ayuden a mejorar la calida de los blogs.
Como ya dije, se trataba de un método sencillo, lo que terminó provocándome mucho trabajo: desde la recopilación de las fichas de inscripción en línea, la publicación de los listados, hasta el modo de votación. Todo esto porque no imaginamos que se inscribirían más de 80 personas.
Miro atrás y no se como me las arreglé para lidiar con todos los frentes abiertos que se me presentaron: jurados, opiniones de mis compañeros, blogs participantes y sus fans, al mismo tiempo que cubría la #FL09 por Twitter, daba mis clases y estaba en el equipo de Internet Sano.
Entendí que a veces obviamos que cualquier mínima cosa puede ser un punto de inconformidad. Los navegadores (browsers) tienen caché, los sistemas fácilmente tienen un “delay” en dar resultados, sobre todo cuando están siendo saturados. Aquel que tiene más conocimiento técnico, hace uso de trucos para tomar ventaja. En fin, todo es parte del proceso. Sin embargo, la espinita que me hizo sentir mal en varias ocasiones, viene dada por la falta de confianza, las ganas de insultar, la falta de respeto, la poca ética y la grosería que mostraron algunos con sus comentarios.
Imagínense ustedes, una persona sin un interés particular, trabajando con toda la buena fe, fajada para que los demás miembros del jurado, personas ocupadísimas, tengan el camino más fácil, también tenga que lidiar con majaderías, ¡muy duro! Yo lo que me pregunto es: si existen unas bases para participar en un concurso, y usted participa en el, luego no puede quejarse porque se siguió lo expuesto en las bases, por tanto, si usted no leyó las bases, ¿quién es el culpable?
Pero en fin, como todo en la vida, no cambio esta experiencia por nada. Total, fueron mucho más las alegrías que las penas. Aprendí además que las personas desatan su ira en temas que no tienen una importancia contundente (por lo menos para mi, que entiendo que peliar por un premio es una tontería). Pero bueno, los “comunicadores” saben que aquello que no causa controversia equivale en cierto modo a que no tuvo impacto social.
Cómo siempre quise la oportunidad de que alguna mecánica ayudara a incrementar las visitas del sitio web institucional, pues entendí que esta sería la oportunidad.
Quienes trabajamos en esta iniciativa no teníamos muchas pretensiones; sería algo sencillo, en el marco de la Feria del Libro, con unas bases simples, un proceso prácticamente manual y lo más transparente posible.
El jurado: María Soldevila, Mitsuteru Nishio, Magaly Pineda, José Rafael Sosa y una servidora.
Se llegaron a inscribir más de 200 blogs. Cómo el tema era “Mi país, mi comunidad” ciertamente cerraba un poco el margen de concursantes.
Me da pena admitir que sentí en una gran cantidad de blogs la baja educación que hay en RD. Si bien es cierto que tenemos en la red muchos blogs muy buenos, también es muy penoso que cientos de blogs tengan un nivel ortográfico y de redacción tan terrible que nos dé vergüenza ajena. Esto a mi me partió el alma, chocarme con esta realidad de frente. Pero en fin, espero que para la próxima entrega podamos poner en marcha una serie de proyectos que ayuden a mejorar la calida de los blogs.
Como ya dije, se trataba de un método sencillo, lo que terminó provocándome mucho trabajo: desde la recopilación de las fichas de inscripción en línea, la publicación de los listados, hasta el modo de votación. Todo esto porque no imaginamos que se inscribirían más de 80 personas.
Miro atrás y no se como me las arreglé para lidiar con todos los frentes abiertos que se me presentaron: jurados, opiniones de mis compañeros, blogs participantes y sus fans, al mismo tiempo que cubría la #FL09 por Twitter, daba mis clases y estaba en el equipo de Internet Sano.
Entendí que a veces obviamos que cualquier mínima cosa puede ser un punto de inconformidad. Los navegadores (browsers) tienen caché, los sistemas fácilmente tienen un “delay” en dar resultados, sobre todo cuando están siendo saturados. Aquel que tiene más conocimiento técnico, hace uso de trucos para tomar ventaja. En fin, todo es parte del proceso. Sin embargo, la espinita que me hizo sentir mal en varias ocasiones, viene dada por la falta de confianza, las ganas de insultar, la falta de respeto, la poca ética y la grosería que mostraron algunos con sus comentarios.
Imagínense ustedes, una persona sin un interés particular, trabajando con toda la buena fe, fajada para que los demás miembros del jurado, personas ocupadísimas, tengan el camino más fácil, también tenga que lidiar con majaderías, ¡muy duro! Yo lo que me pregunto es: si existen unas bases para participar en un concurso, y usted participa en el, luego no puede quejarse porque se siguió lo expuesto en las bases, por tanto, si usted no leyó las bases, ¿quién es el culpable?
Pero en fin, como todo en la vida, no cambio esta experiencia por nada. Total, fueron mucho más las alegrías que las penas. Aprendí además que las personas desatan su ira en temas que no tienen una importancia contundente (por lo menos para mi, que entiendo que peliar por un premio es una tontería). Pero bueno, los “comunicadores” saben que aquello que no causa controversia equivale en cierto modo a que no tuvo impacto social.