Aquí vamos de nuevo

Al inicio de un nuevo año, tenemos la sensación de que se abren nuevas oportunidades, pero, en el ciclo de la vida, fuera de los esquemas geográficos donde La Tierra cumple 12 meses en darle la vuelta al Sol, al final, se trata de un fin de semana festivo, y el conteo de la traslación del planeta, puede empezar y terminar cada día. 

Pero, la humanidad logró encontrar cómo contabilizar los 365 días más las 6 horas que se tarda esta nave en la que habitamos en girar  alrededor de la estrella solar, y sumar cada 4 años esas 6 horas para agregarle un día más a febrero, como es el caso de este nuevo 2024 que es bisiesto.

Entramos en un año electoral, que se siente viejo a pesar de sus pocos días contados, ya que entre las fiestas navideñas, independientemente de las acostumbradas fotos familiares que muchas personas comparten por las redes, también se hicieron públicas muchas riñas, accidentes, propagación de videos de personas utilizando cocaína con poca discreción en las vías públicas, sin restarle importancia, al vil asesinato de una ciudadana venezolana en un apartamento en Piantini, que siguió con la descuartización de su cuerpo, acto que no fue el único feminicidio del mes, lamentablemente, pero si uno de los más escalofriante.

El 2024 será el año donde pueden aflorar muchos sentimientos reprimidos, las palabras “no enunciadas” por pensamientos escondidos, pueden convertirse tanto en sensatez, como en odio y tozudez. Porque existe una realidad donde personas con un alto nivel de conocimiento, fueron manipuladas por un supuesto instrumento de lucha ciudadana, sin embargo, los resultados han sido decepcionantes y hoy, su lucha es debajo de la piel entre la vergüenza, el desencanto y la soberbia.

Mientras el bolsillo continúa resentido, la deuda privada se ha incrementado y muchas personas se están endeudando para cubrir gastos fijos o necesidades  como la alimentación.

Los y las capitaleñas estamos viviendo en un estado de preocupación y pánico. Cada vez son más las personas que no tocan timbres, más bien, llaman por su celular desde el carro para que alguien salga a recibirles, por temor a durar mucho frente a un portón y que pase un motorista a robarles la cartera y el celular; a esto se le agrega: los atascos, la falta de tiempo, el costo de la vida, etc.

Desde que cae un poco de agua, los nervios se ponen de punta, porque nuestra ciudad, el gran Santo Domingo, está en un colapso fuerte que necesita un trabajo integral, que implique el fomento de una nueva cultura ciudadana que  nos permita hacer un cambio de esquema de vida más llevadero.

Al mismo tiempo, entre deudas y problemas económicos, la composición social actual ha cambiado el paradigma de la diferenciación de clases, ya que hay accesos que son prácticamente universales y hasta la ropa de marcas “exclusivas” pueden aparecer entre la ropa que viene por Pacas, nos encontramos con que la escala de valores de las personas se vuelve cada vez más complicada e incoherente.

La vida personal de desconocidos que se hacen virales, consumen nuestra atención, porque entramos a una nueva era donde prácticamente toda la ciudadanía conectada puede generar contenido, y gran parte lo hace, mientras que nuestro cerebro aún no cuenta con la capacidad de procesar tanto y tan rápido, y al mismo tiempo. 

Lo ideal sería lograr ser más eficientes en la selección de contenidos que se acerquen más a nuestra realidad.

Y en medio de esta gama de diversión; el morbo, el gozo, el amor y el odio, se acerca nuestra fecha de ir a votar para elegir a nuestras autoridades para plazas electivas, las municipales en febrero y las congresuales y presidenciales en mayo, que es el foco principal de este nuevo año 2024 y sin duda, un elemento que incidirá en nuestra vida, independientemente de todo.

Y una vez más, volvemos al ruedo.

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